viernes, 12 de febrero de 2010

EPÍSTOLA A MI AMADA


Pongo tu mano en mi pecho, ¿sientes mi corazón como late enamorado?
Como el marino que llega a puerto para descansar de un mar pleno de escollos, así descanso yo sobre tu pecho, mientras te entrego una flor, que encontré en una isla en alta mar.
Mi amor por ti es un sentimiento profundo, desde que te conocí lo siento en lo más hondo de las galerías de mi corazón.
Si supieras cuanto te llego a querer… (más que a nada ni a nadie en el mundo)…
Mi mayor objetivo, en mi vida, es procurar hacerte la vida más agradable.
Algunas veces me despierto a medianoche y me recreo, embelesado, mirando tu bello rostro, mientras duermes. Por sentirte a mi lado es bonito vivir.
Mi amor por ti lo avala mi máxima entrega, totalmente incondicional.
Te debo gratitud y amor por siempre, pues estuviste a mi lado en los albores de la tempestad, y en mis sucesivos tiempos críticos. Y tú fuiste mi ventana por la que respirar una agradable brisa.
Te quiero hasta la médula, y a veces pienso que mi amor por ti es fervoroso, febril.
Sin ti mi vida no tendría sentido, me sería insoportable vivir, pues no concibo el no hallarme a tu lado, junto a ti, mi amor predestinado, pues tú me haces olvidar mis penas con tu grata compañía. Me empujas cuando mi lentitud es apreciable, y al contrario, me tranquilizas en momentos de euforia.
Te dedico poesías, numerosas poesías, pero eso no es nada comparado con las que tú me has dedicado a mi, pues tu sonrisa y tu presencia son poesía, y tu mirada una ventana abierta al corazón. Eres musa que encuentra mis sentimientos perdidos, la que me revoluciona los sentidos y hace brotar en mi la imaginación y sentimientos de humildad y generosidad, todo ello con tu dulce presencia.
Eres como el sol que entra cada mañana por nuestra ventana, como la brisa fresca en las noches de verano.
Tú eres alucinante. Eres como un plácido sueño del que no quiero despertar jamás. Compartir los días y caminar unidos por los hermosos senderos de la vida, con creces, es lo mejor que me ha pasado.
Lo eres TODO para mi, mi amantísima, mi dulce amada.




P.D.: GRACIAS POR ESTAR AHÍ…

AMOR Y H2O


Como los ríos
que desembocan
en los mares,
así discurre
mi amor hacia ti,
mi dulce amada.
Mares y océanos
de la vida
reciben en los deltas
a los ríos,
con los que se abrazan.
Un abrazo tuyo,
es niña mía,
un océano de sensaciones,
de ilusiones,
de amor…
Y la vida pasa,
y fluyen los ríos
a los que el mar abraza.
Como un manantial de amor
eres tú,
mi dulce amada.
Te invito a mi embarcación
para navegar juntos
por los océanos de la vida…



Por San Valentín de 2.010


ANTONIO C.